Stephen
Hawking: Dios NO CREÓ EL UNIVERSO y NI SIQUIERA EXISTE
Por primera vez, el renombrado científico se
declara abiertamente ateo y explica por qué no cree que haya un
creador del universo.
La historia de Stephen Hawking es una paradoja:
no cree en los milagros, pero con 72 años los médicos lo califican como uno,
pues superó la expectativa de vida de una persona con esclerosis lateral
amiotrófica. Foto: Getty
La pregunta sobre la creación ha atormentado al
hombre desde que tiene memoria, y tradicionalmente los pueblos la han atribuido
a una acción divina. Hoy la ciencia ha refinado la teoría del Big Bang y la
gran explosión que dio origen al universo está más que confirmada. Gracias a
los últimos avances es posible entender exactamente qué fue lo que pasó
microsegundos después, es decir, cómo se formaron las galaxias y los planetas.
Pero aún no hay una respuesta definitiva sobre qué sucedió antes, qué provocó
ese estallido y cuál es su razón de ser.
Durante siglos científicos y filósofos han
intentado desentrañar esos complejos interrogantes. El cosmólogo británico
Stephen Hawking es una de las mentes que más tiempo y energía le han dedicado
al tema. Sus planteamientos e historia de vida lo han convertido en una
estrella y a donde quiera que vaya la gente hace lo imposible por tomarse una selfie a
su lado, y cada frase que pronuncia es un titular seguro. Por estos días, como
invitado de honor del festival de astrofísica Starmus en la isla de Tenerife,
sus palabras volvieron a causar polémica al reafirmar sin contemplaciones que
Dios no existe.
“En el pasado, antes de que entendiéramos la
ciencia, era lógico pensar que Dios creó el universo. Pero ahora la ciencia
ofrece una explicación más convincente”, dijo al periódico español El
Mundo. En su obra más famosa, Breve historia del tiempo, publicada en 1988,
Hawking sugirió que el hombre solo conocería “la mente de Dios” cuando lograra
entender la teoría de todas las cosas, que busca unificar de manera coherente
las fuerzas que gobiernan el universo. Hasta entonces el astrofísico más
célebre del mundo se consideraba agnóstico, pues aunque no podía demostrar
científicamente la existencia de un ser superior, tampoco cerraba la puerta a
esa posibilidad: el concepto de lo divino superaba su conocimiento.
En 2010, sin embargo, mandó esa idea al traste
en el libro El gran diseño, donde declaró que el universo surgió de la nada, de
forma espontánea, como consecuencia inevitable de las leyes de la física. En
pocas palabras, Dios no es necesario para explicar el origen de todo. Ahora ha
confirmado su postura radical: “Lo que quise decir cuando aseguré que
conoceríamos ‘la mente de Dios’ era que comprenderíamos todo lo que Dios sería
capaz de entender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La
religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia”,
concluye.
Tras referirse a la historia del debate
teológico sobre el origen del Universo, Hawking repasó brevemente las
principales explicaciones cosmológicas, incluyendo la teoría del estado
estacionario de Fred Hoyle y Thomas Gold, una idea que considera la hipótesis
de que no haya principio ni final y que las galaxias continúan formándose a
partir de la creación espontánea de materia. Hawking aseguró que esta teoría,
al igual que muchas otras, no se sostienen, tal y como demuestran observaciones
recientes llevadas a cabo con telescopios y otros instrumentos científicos.
Tras un breve repaso a la física relativista y a
la cosmología, Hawking rechazó también la idea de un Universo que se expande y
se contrae periódicamente, en una sucesión interminable de “Big Bangs” y Big
Crunchs”. Ya en la década de los 80, dijo, probó junto a Roger Penrose que el
Universo no podría “rebotar” después de una contracción, tal y como sostiene
dicha teoría.
El
principio, solo una vez
Por lo tanto, el tiempo (y el Universo) comenzó
en un momento de “singularidad”, y es más que probable que algo así sólo
sucediera una vez. “La edad del Universo -dijo Hawking- que ahora se cifra en
casi 13.800 millones de años, se ajusta a este modelo, de la misma forma que
también encaja el número y la madurez de las galaxias que podemos observar”.
En otro momento de su charla, Hawking recordó
que en 1980, más o menos en la época en que él publicó un estudio sobre el
instante en que nació el Universo, el Papa Juan Pablo II advirtió a la
comunidad científica de que no estudiara el momento de la creación, ya que ése
era un momento sagrado. “Estoy contento -bromeó- de no haber sido arrojado a la
Inquisición”.
Para terminar, el científico se refirió a la
denominada “Teoría M”, que se basa en parte en las ideas lanzadas hace años por
un investigador del Caltech, Richard Feynmann.
Para Hawking, esta teoría es la única “gran idea” que coincide y puede explicar
realmente el Universo que observamos. La Teoría M postula que no uno, sino
múltiples universos se crearon de la nada, con todas las posibles historias y
todos los posibles estados de existencia. Pero solo en unos pocos de estos estados
la vida es posible, y en un número aún menor de ellos puede existir algo
similar a la Humanidad. Bromeando de nuevo, Hawking aseguró que “se siente
afortunado” de vivir precisamente en este estado de la existencia.
Esa sentencia no deja de ser paradójica, pues para muchos él mismo es la prueba de que los milagros existen. A los 21 años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neurodegenerativa que provoca una parálisis muscular progresiva, la misma que causó el furor del Ice ‘bucket challenge’. Los médicos le dieron entre dos y tres años de vida, pero Hawking desafió los pronósticos. Hoy, con 72, solo puede mover los ojos y las mejillas. Con estas controla un computador que le permiten comunicarse mediante un sintetizador de voz. Con acento robótico insiste en que la ciencia es la respuesta a todo.
“Creo que sí conseguiremos entender el origen y
la estructura del universo. De hecho, ahora mismo estamos cerca de lograr este
objetivo”, añade. Hawking se refiere al reciente hallazgo de ondas
gravitacionales generadas durante la creación del cosmos que ratifica la idea
de la inflación. Según esta, después del Big Bang el universo se expandió a una
velocidad mayor que la luz y en ese proceso se pudieron haber creado otros
universos, como si se tratara de una olla de agua hirviendo donde aparecen y se
chocan cientos de burbujas. Esa postura, más conocida como la teoría de los
multiversos, da luces sobre qué pasó antes de la gran explosión.
El británico es optimista, pues para él, “no hay
ningún aspecto de la realidad fuera del alcance de la mente humana”. Falta el
detalle más importante: rebobinar por completo la película del origen.
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