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La Genesis, de 630 kilogramos, fue lanzada al espacio en 2000 y situada en un punto de equilibro gravitatorio entre el Sol y la Tierra denominado Lagrange 1, a unos 1.500 millones de kilómetros de la Tierra. Allí estuvo 886 días capturando, con unos paneles que desplegó, átomos del viento solar, es decir, partículas cargadas eyectadas por la atmósfera de la estrella. En L1 la sonda estaba muy alejada de los efectos de la atmósfera terrestre y de sus campos magnéticos. Todo fue bien en la misión durante la fase de cosecha y regreso a casa, pero el aterrizaje de la cápsula con las muestras, en 2004, fue demasiado brusco: no se abrió debidamente el paracaídas que tenía que suavizar la caída de dicha cápsula y esta se estrelló en el suelo de Utha (EEUU), donde estaba desplegado todo el dispositivo de recuperación de las partículas del Sol. La misión costó 150 millones de euros.
Los expertos pensaron que parte del botín podía haberse salvado de la contaminación terrestre, pese a que casi todos los colectores de viento solar se habían roto en el impacto en Utha. En concreto, un instrumento diseñado por científicos del Laboratorio Nacional de Los Álamos llevaba unos colectores especiales donde se acumularon partículas de viento solar y se habían salvado. Los análisis de las muestras han permitido medir los contenidos de oxígeno y de nitrógeno que ahora se presentan.
"El colapso gravitatorio de un fragmento de una nube molecular, hace 4.570 millones de años, formó un disco de acreación de gas y de polvo, la nubulosa solar, a partir de la cual se formaron el Sol y los planetas", recuerdan Kevin McKeegan (Universidad de California, Los Ángeles) y sus colegas en Science. La composición de la materia ese disco sería prácticamente homogénea, por lo que los científicos se sorprenden ahora de las diferencias entre el Sol y la Tierra, aunque ligeras, descubiertas con los análisis de la Génesis.
El oxígeno y el nitrógeno son los elementos tercero y sexto, respectivamente, por abundancia en el Sistema Solar, recuerda en Science Robert N. Clayton (Universidad de Chicago). El aire en la Tierra contiene tres tipos de átomos de oxígenos, quese diferencian por el número de neutrones que continente en su núcleo, y aunque casi el 100% del oxígeno del Sistema Solar es O16, también hay pequeñas cantidades de los llamados isótopos O17 y O18.
La pista de las diferencias entre el Sol y los planetas terrestres está en la proporción de esos isótopos: los científicos que han analizado las muestras de Genesis han descubierto que el porcentaje de O16 en la estrella es ligeramente superior que en la Tierra, la Luna y los meteoritos, mientras que el porcentaje de los otros isótopos O17 y O18 es ligeramente inferior. En cuanto al nitrógeno, en el Sistema Solar casi el 100% es N14, pero también hay pequeñas cantidades de N15 y los resultados de esta misión espacial indican que en el Sol hay un poco más de N-14 y menos N-15 que en la Tierra; la composición del nitrógeno en Júpiter es igual a la solar.
"La implicación de estos resultados es que nosotros no nos formamos de los mismos materiales de la nube que dio origen al Sol, pero está por descubrir por qué y cómo", afirma McKeegan (Universidad de California en los Ángeles)..
"Las variaciones de las abundancias de los isótopos estables se han estudiado en muestras del Sistema Solar (de la Tierra, de la Luna y de meteoritos), pero la interpretación de esta información se ha visto frustrada por la falta de conocimiento preciso acerca de las abundancias de isótopos en el material inicial a partir del cual evolucionaron los elementos", señala Clayton. A la vista de los nuevos resultados la conclusión de este experto es que "la Tierra no se hizo de los materiales promedio del Sistema Solar".
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