lunes, 16 de mayo de 2011

Física y religión en perspectiva , Stanley L.Jaki

Gentileza de www.arvo.net para la
BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL
 
Física y religión en perspectiva
LOS CIENTÍFICOS Y LA FILOSOFÍA

Respuestas de Stanley Jaki a Molly Baldwin y Patricia Pintado Mascareño

Stanley Jaki nació en Györ (Hungría) en 1924 y es Profesor Emérito de la Universidad Seton Hall de New Jersey. Ingresó en la orden benedictina en 1942. Doctor en Teología y Física, durante los últimos treinta y cinco años ha realizado numerosos estudios especializados en historia y filosofía de la ciencia. Es Doctor Honoris Causa por seis universidades.

En 1970 le fue otorgado el Premio Lecomte de Nouy. En 1987 recibió el Premio Templeton en atención a sus publicaciones. Desde 1989 es Fellow del Centro de Investigación Teológica de Princeton. Ha sido nombrado recientemente Miembro de la Academia Pontificia de Ciencias. Ha publicado 22 libros, entre los que destacan The Relevance of Physics (1966) y The Road of Science and the Ways to God (1978). En castellano se ha publicado Ciencia, Fe y Cultura (MC, 1990; ver Atlántida, 1990, pág. 484).
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El estilo del profesor Jaki es muy personal y lleno de un fino sentido del humor: su enseñanza queda ilustrada con abundantes ejemplos. Juega con variados recursos del idioma, en una exposición llena de metáforas y delicados matices. Su obra resulta desmitificadora. Quien desea discutir sus conclusiones encuentra abundantes ocasiones para hacerlo, pero debe emplear un instrumento que Jaki domino con soltura: los hechos, la realidad histórica

Mr. Jaki, usted ha dicho que las mesas de todas las aulas y laboratorios deberían tener grabadas las palabras de Maxwell: "Una de las pruebas más difíciles para una mente científica es conocer los límites del método científico". ¿Cuáles son los límites del método científico?

—los límites de la Ciencia (y al hablar de Ciencia me refiero a su forma más exacta, es decir, a la Física) los fija su propio método. El método de la Física versa sobre los aspectos cuantitativos de las cosas en movimiento. Sólo podemos aplicar legítimamente el método de la Física cuando captamos rasgos cuantitativos en las cosas. Pero cuando ante las cosas nos surgen preguntas como "¿Y es esto bonito?", "¿Esto existe?" o "¿Es esto moralmente bueno?", nos preguntamos cosas que el método de la Física no puede contestar. Actualmente es muy importante —en momentos en que muchos desean respuestas científicas a sus preguntas— que esta limitación del método científico sea manifestada con frecuencia y firmeza por físicos destacados. los físicos tienen una gran autoridad epistemológica. Si un Premio Nobel de Física dice algo, incluso si no está relacionado con su campo específico de estudio, al poco tiempo sus declaraciones son publicadas en la prensa. Puede hablar de cuanto existe bajo el cielo, puede incluso decir tonterías, pero diga lo que diga, uno tiende a dudar de sí mismo antes que de las palabras de un Nobel de Física. Algunos físicos han abusado macho de la confianza que la gente tiene en ellos. En cierto modo, dada que este abuso se ha convertido en alga bastante habitual, descubrimos una pista que conduce a uno de los mayores males de la cultura moderna occidental: un interés casi exclusive en las cantidades. Cuando se trata de analizar una cuestión moral se ha puesto de moda recurrir a las estadísticas: ¿Cuánta gente actúa de este modo y cuántos actúan de otra manera? luego, si es que se llega alguna conclusión, se afirma que es preferible la actuación de la mayoría a la de la minoría.

En otras palabras, el peligro que existe —en potencia— en el método científico es que bajo su influencia podemos encasillar la sensibilidad en unos patrones previamente fijados. Dado que un patrón o modelo puede medirse, podemos caer en la tentación de pensar que una vez obtenidos ciertos resultados cuantitativos, hemos hallado la solución a nuestra pregunta. Obrando de este modo tal vez hayamos eliminado los aspectos más importantes de la pregunta, especialmente si es de estética, moral o sobre la existencia como tal. Por ejemplo, un científico mira a través de su microscopio. A lo largo de este proceso aplica legítimamente el método científico. Pero ese método no puede siquiera asegurarle que el microscopio está delante de él. Pongo énfasis en el verbo ser o estar, el más metafísico de todos los verbos. Con ese verbo el método de la ciencia no tiene nada que hacer.

[Distinción entre cuantitativo y cualitativo]

—¿Qué piensa usted sobre la necesidad de unir en los planes de estudio de las universidades los estudios humanísticos y los científicos?

—Opino que los estudios humanísticos y los científicos deben estar separados. No se debe intentar fundirlos porque parten de presupuesto distintos y emplean métodos también distintos. En Humanidades, por ejemplo, cuando estudiamos a Dante, no preguntamos: ¿Cuántas letra hay en tal o cual obra de Dante? Pregunta que en el campo científico sería lógica. Al estudiar obras literarias nos mueve un propósito muy específico; para tal estudio el método científico sirve más bien poco. la grandes obras literarias ofrecen, por lo general, lecciones de moralidad, de ética. Versan sobre los designios humanos, el destino, las reacciones de los distintos individuos ante cuestiones de conciencia. Ninguna de estas preguntas puede ser solucionada empleando un método científico. Debemos cultivar tanto los aspectos cuantitativos de las cosas como aquellos que no son mensurables; los aspectos cualitativos de esas mismas cosas, de esos procesos y experiencias. Dado que las Humanidades parten de un método que no es científico y que los aspectos cuantitativos de las cosas dan par supuesto otro método, ambos deben ser tratados de formas distintas. El problema de nuestra cultura es que estamos condicionados por 200 o 300 años de ciencia y, por lo tanto, es muy difícil tratar sólo con cuestiones de tipo cuantitativo, aun si tenemos en mente el valor tan importante que se le da en nuestro siglo a la ciencia.

[No unir lo que dios ha separado]

Me gustaría repetir algo que ya he destacado muchas veces, a saber, que ningún hombre debe unir lo que Dios ha separado. ¿De qué manera o en qué sentido separó Dios estas cosas? EL sentido es que existe una irreductibilidad conceptual entre los aspectos cuantitativos y cualitativos de la cosas . A modo de ejemplo podríamos considerar la acción de asesinar. Tal acción —se coge un cuchillo y se le clava a otro en la espalda— puede ser descrita correctamente en términos cuantitativos. Se puede medir el tamaño del cuchillo, la profundidad de la herida y el momento exacto en que expiró la víctima. Pese a ello, estos datos no nos llevarían a descubrir si la persona muerta era inocente, o si la acción fue lícita o ilícita moralmente, o incluso si la persona que cometió el crimen sintió o no remordimiento. Los aspectos físicos y morales de una misma acción no se pueden equiparar conceptualmente. A esto me refiero al afirmar que "nadie debe unir lo que Dios ha separado". Estos aspectos no están separados en el sentido de que no tienen nada que ver el uno con el otro. Pero al intentar comprender estos aspectos —diferentes—, debemos tener en cuenta que tenemos entre manos conceptos totalmente distintos. En este sentido las Humanidades no pueden convertirse en Ciencias, ni éstas podrán ser nunca una rama de los estudios humanísticos.

—Usted ha afirmado que el gran "crimen" de este siglo es decir que el único verdadero conocimiento es aquel que puede medirse cuantitativamente. ¿Cuáles son las con secuencias más destacadas de este "crimen"?

—Es un crimen en el sentido de que estas aplicaciones unilaterales del método cuantitativo llegan a privar al ser humano de su sensibilidad hacia los aspectos inconmensurables de la existencia. la principal consecuencia es la relativización de los puntos de vista morales. En lugar de movernos en una perspectiva moral, según la cual una acción es intrínsecamente buena y otra es intrínsecamente mala, ahora seguimos un modelo behaviorista. Esta es la base del relativismo moderno que se fundamenta en la creencia de que existen varios patrones de comportamiento, o, como dice la popular frase americana, "estilos de vida alternativos". No se hacen más preguntas.

—¿Cómo describiria usted la actitud de la Iglesia hacia la Ciencia a lo largo de la historia?

—la actitud de la Iglesia hacia la Ciencia ha sido muy beneficiosa. Considerada en sí misma, dicha actitud no tiene que ser útil a la Ciencia como tal, dado que el campo de la Iglesia no es el mundo de la Ciencia. Como se decía en tiempos de Galileo, y como de hecho el propio Galileo afirmó citando a San Agustín: "la razón de ser de la Iglesia no es explicar a la gente cómo funciona el Cielo, sino cómo ir al Cielo".

—¿Qué debe hacerse si las conclusiones a las que llega la Ciencia son contrarias a las enseñanzas de la Iglesia?

—Toda conclusión científica es siempre cuantitativa. Como tal no tiene contenido moral. No tiene siquiera contenido ontológico. Presupone un estado ontológico. Cuando un científico va más allá de la aplicación apropiada del método científico, se le debe llamar la atención y advertir que ha sobrepasado los límites de su competencia. En otras palabras, cuando nos encontramos ante conclusiones científicas y enseñanzas de la Iglesia que están enfrentadas, lo peor que puede hacer uno es perder la calma. Uno debe especificar la naturaleza de sus objeciones, sean cuantitativas o no. En el primer caso no puede ir contra las enseñanzas de la Iglesia. En el otro caso, no es una objeción científica sino filosófica, ética o pseudofilosófica, y como tal debe ser tratada.

Tenemos el caso del aborto. La Medicina moderna ha llegado tan lejos que es posible realizar un aborto, sin perjudicar a la madre, cuando el feto tiene pocas semanas. Esto es algo médicamente comprobado. Ahora bien, sólo porque se haya llegado a este punto no significa que el aborto sea moralmente lícito. Y ahora analicemos un caso de hurto. Hay ladrones muy hábiles que actúan con tal maestría que nadie se da cuenta de lo ocurrido. En estos casos, ¿el acto deja de considerarse un robo, por el simple hecho de haber sido realizado con una pillería ejemplar?

Siempre hay que echar mano de dos distinciones fundamentales: Si se habla simplemente de cantidades o si nos referimos a una serie de cosas no mensurables y con contenido moral.

[¿La existencia de Dios es científicamente demostrable?]

—Usted afirma que las premisas filosóficas de las que se parte en el uso creativo del método científico son semejantes a las premisas filosóficas mediante las cuales uno puede demostrar la existencia de Dios. ¿Es, por tanto, correcta la afirmación de que esas premisas son propias de ontologías realistas, y que por lo tanto la Ciencia demuestra la existencia de Dios?

—El método científico no demuestra la existencia de las cosas, mucho menos la de Dios. Volvamos a la base de todo. Como dije antes, tan pronto como el científico afirma "hay un microscopio delante de mí", está hablando como un filósofo, tenga o no conocimientos de filosofía. la esencia de toda prueba de la existencia de Dios está ligada a la existencia del universo o del cosmos. Si existe un universo, y lo hay, entonces la razón de su existencia sólo puede encontrarse en un factor externo al universo. Ese factor es Dios. (Me gustaría precisar que tomamos universo, en el sentido estricto de la palabra que el universo es la suma de todo. No puede haber dos universos. la pluralidad de universos es una contradicción en sí misma.)

La Ciencia moderna tiene, en términos de la Teoría General de la Relatividad de Einstein, un método que está libre de contradicciones con la gravitación interactiva de todo lo material. De donde se sigue que, desde el punto de vista de la ciencia, la noción de universo es una noción legítima. ¿Por qué esta conclusión es tan importante? Porque Inmanuel Kant, en su ataque al argumento cosmológico, declaró que lo anterior no presenta razones concluyentes, porque la noción de universo es una noción falsa. De hecho, Kant escribió que el concepto de universo es el fruto ilegítimo de los deseos metafísicos del intelecto. Los científicos modernos que se dedican al estudio de la cosmología deben, sin embargo, basar sus estudios en la Teoría General de la Relatividad de Einstein y, por lo tanto, admitir que el universo es un concepto legítimo desde la perspectiva científica. Así pues, la Cosmología moderna socava la objeción de Kant al argumento cosmológico. Es más, la ciencia moderna presenta el universo como algo extremadamente específico, tanto en el espacio como en el tiempo. En consecuencia, y contrariamente a lo afirmado por Kant, la ciencia no plantea dificultades a la hora de formular una pregunta tan propia de la Metafísica como es ¿Por qué el universo es así y no de otra manera? Cualquier persona mínimamente informada de la historia del pensamiento a lo largo de los siglos pasados podrá percibir sin problemas que esta contribución de la ciencia al argumento cosmológico es de suma importancia.

—¿No cree usted que, aunque tal vez sea de modo inconsciente, las ideas filosóficas de cada científico en particular influyen en su trabajo?

—En todas las épocas, bien sea el siglo XIX, el XVIII o el XIII, la mayoría de los científicos compartía los puntos de vista de gran parte de los otros grupos de profesionales. También es verdad que, en la mayor parte de los casos, las hipótesis empleadas en los trabajos no son un reflejo del quehacer científico. Y cuando lo son, suele ocurrir que se emplean formulaciones muy primitivas de las cuestiones filosóficas. Por lo tanto, es muy difícil intentar aprender filosofía a través de las obras de los premios Nobel. Es casi tan peligroso como ir a una carnicería en busca de luces para comprender mejor la obra de Goya, por el simple hecho de que en muchas carnicerías se ve carne ensangrentada.

Hoy en día, hay pocas cosas más peligrosas o dañinas que leer obras escritas por personas que han sido galardonadas con el Premio Nobel de Biología, Química, o Física, y que intentan hacer asequible la Ciencia. Son aún más dañinas cuando se leen con la idea de aprender de ellas ética. Fijémonos —par ejemplo— en Azar y necesidad, de Jacques Monod. En el libro, Monod nunca definió el concepto de azar. Si el título del libro ya cojea, desde el punto de vista filosófico, ¿por qué leerlo? Lo mismo ocurre con los libros de Ilya Prigogine sobre la Filosofía de la Ciencia. El autor afirma que dado que la Ciencia no puede predecir los estados ulteriores de procesos similares al del flujo turbulento, éstos no son producto de ninguna causa. Este es un argumento filosófico muy pobre.

—El libro de Stephen Hawking ha tenido macho éxito par todo el mundo. ¿A qué se debe?

—Probablemente a que el ambiente cultural contemporáneo se caracteriza por su agnosticismo y por su ateísmo. En tales ambientes, uno busca en la Ciencia la confirmación de que Dios no existe. Porque si no hay un Dios, uno puede hacer lo que quiera. Para un agnóstico o un materialista, esto es alga muy reconfortante. Llegados a este punto, sólo existen sistemas, modelos o formas alternativas de vida que se emplean según convenga.

—¿Qué opina sobre el hecho de que muchos científicos acepten la interpretación de Copenhague del mecanismo del quantum?

—Tal interpretación es una falacia. Se basa en la premisa de que una acción intermedia que no se pueda medir con exactitud no puede producirse con exactitud. Lo es porque en la primera parte de la premisa la palabra exactitud se emplea en su sentido operativo, y en la segunda parte se toma en sentido ontológico. Esto es erróneo, porque entre ambos campos no puede haber relación.

Mucho antes de que Heisenberg formulara el Principio de la Indeterminación y de que le diera aquel valor anti-causal en 1927, muchos físicos destacados, entre ellos el propio Heisenberg, ya habían rechazado el Principio de Causalidad en otros campos. Lo que ocurrió fue que en lugar de encontrar en la ciencia una demostración o refutación de la causalidad, lo que encontraron fue una especie de recubrimiento de cientificismo a su incredulidad en la causalidad. Tal recubrimiento y una refutación científica son dos cosas bien distintas. la apariencia de ser alga científico se buscó porque la mentalidad de la cultura moderna se basa en el pragmatismo y en el relativismo. Tal mentalidad busca una gratificación inmediata, y trata de ignorar las consecuencias a largo plazo (fundadas en la causalidad) de las acciones del individuo. Para poder sostener esta mentalidad hay que tener un punto de vista mediante el cual las cosas parezcan ser incoherentes. la apariencia de cientificismo que adopta el rechazo de la causalidad sostiene esta reivindicación pseudocultural de la incoherencia de las cosas y de las acciones.

En otras palabras, desde esta perspectiva el fin de la vida es pasar por muchos momentos en que recibimos gratificaciones inmediatas, sin necesidad de plantearnos la relación entre unos momentos y otros, ni sus consecuencias. Dicho de otro modo: debe tenerse en cuenta que la mentalidad moderna está enferma como consecuencia del pecado original y que esto será así siempre. Usemos los argumentos que usemos, el mundo sigue siendo lo que era, lo que es y lo que seguirá siendo, en cuanto a su actitud negativa hacia los argumentos filosóficos puros y la religiosidad sincera.

—¿Qué diferencia existe entre la mente humana y la computadora más perfecta?

—Si se considera que la mente humana equivale al cerebra, que es un conjunto de moléculas, puede establecerse un paralelismo entre el cerebro y una computadora. Pero, ¿quién ha demostrado que la mente humana se reduce al cerebra? Si todo es asunto propio de la mente humana, entonces, ¿cómo puede la mente llegar a la idea de la nada? o ¿cómo puede la mente plantearse funciones matemáticas que no se pueden expresar en términos cuantitativos exactos, tales como, par ejemplo, la tendencia al infinito en el cálculo integral o el reino de los números irracionales e imaginarios? Si la mente es meramente un conjunto de moléculas, ¿cómo se explica que llegue a tales nociones, y muy especialmente a la noción de la nada? la nada es una de las invenciones más espectaculares del poder metafísico de la mente humane. Cuando se escribe, se transforma en algo, pero a pesar de todo significa que no hay nada.

Si la mente humana se reduce al cerebro, resulta imposible tratar con cosas tan esenciales en la vida de la mente como son las abstracciones (implícitas en toda palabra) y los hechos en la vida espiritual.

—¿Y qué tiene que decir la Ciencia sobre la evolución biológica?

—la Ciencia puede declarer que ha habido un pasado biológico de al menus 3 billones de años. Puede establecer que hay cierta sucesión entre varies especies y géneros. Pero cuando la Ciencia emplea términos como especies géneros y phyla, trae a colación los poderes metafísicos de la mente. Uno no puede ver los distintos reinos animates ni las especies. Todas estas nociones, tan esenciales en la biología evolutiva, son generalizaciones. la biología evolutiva está repleta de conceptos metafísicos. Es más, la ciencia biológica no puede decir nada acerca del propósito de la evolución. Para empezar, la Ciencia no ha demostrado empíricamente el origen de una especie a partir de otra. Cuando yo acepto la evolución, y desde luego que la acepto partiendo de los poderes metafísicos de mi mente, lo considero como un reflejo maravilloso de esos poderes metafísicos. Pero de ninguna forma un método científico me puede decir el propósito de la evolución y sin lugar a dudes no me sirve para nada una evolución basada en la probabilidad, porque probabilidad es otro modo de decir ignorancia. Hace mucho que debió eliminarse esa palabra de la terminología filosófica y científica.

—¿Por qué los teoremas de Godel sobre lo incompleto son tan importantes?

—Considerados en sí mismos, dichos teoremas afirman sólo que las matemáticas no pueden ser consideradas como un conjunto de proposiciones verdaderas a priori y, por lo tanto, necesarias. Esto, sin embargo, admite una consecuencia muy importante para la cosmología científica, que en parte es empírica y en parte teórica. Desde el punto de vista teórico, la cosmología científica tiene mucho de matemática. En consecuencia ninguna expresión de cosmología científica puede tomarse como necesariamente cierta, basándonos en su simplicidad matemática. No obstante algunos cosmólogos modernos (Hawking, par ejemplo) tienen la esperanza de dar con alguna teoría cosmológica que demuestre que el universo tiene que ser necesariamente como es y lo que es. Un universo que existe necesariamente no necesita un creador. La importancia de los teoremas de Godel debe estar clara ahora. Debido a ello es imposible sostener el principal principio del paganismo clásico y moderno, a saber, que el universo es el ser primario.

Sin embargo, si el universo, que es la totalidad de las cosas, no puede ser considerado como lo primario o esencial, queda abierto el campo a una búsqueda filosófica y teológica de ese Principio que es el Creador del universo. O existimos necesariamente o somos creados. La tercera alternativa, que todo existe par azar, no merece ni siquiera ser considerada. El azar es un sinónimo de nuestra ignorancia. Esto lo han señalado muchos sabios, incluso el Cardenal Newman (el año pasado celebramos el centenario de su muerte). Newman estaba muy cerca del punto principal de nuestra conversación cuando escribió: "Hay sólo un pensamiento mayor que el de nuestro universo, y ese pensamiento es el de su Creador".

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