Publicado en CONSCIENCIA-FILOSOFÍA, FÍSICA el
diciembre 26, 2012 |
Nuevo experimento realizado por el Dr.
Dean Radin sugiere que no existe una realidad independiente de su observación;
aparentemente la conciencia actúa sobre las partículas subatómicas, modificando
sus estados cuánticos
En el centro del misterio que representa la física
cuántica esta la posible interferencia del acto de observar en los resultados
de un experimento, como si de alguna forma la conciencia estuviera influyendo
en un fenómeno que en apariencia debiera ser independiente, o hasta pudiera
estarse creando ese fenómeno con el mero acto de observar. Ocurre que al hacer
una medición de un sistema de partículas subatómicas la función de onda
varía instantáneamente, y no sólo en la región de la medida sino en cualquier
otra por muy distante que esté.
Existe enorme polémica entre los físicos sobre esta
teoría de la participación de la conciencia en un fenómeno material; mientras
que aquellos más ajustados al paradigma clásico rechazan dicha influencia, una
corriente identificada dentro de la Interpretación de Copenhague considera
plausible que el colapso de la función de onda de un electrón esté determinado
por la acción de una conciencia.
Recordamos
a Dean Radin por su participación en el Global Consciousness Project de
la Universidad de Princeton, el cual justamente mide, con enorme elegancia, la
capacidad de la conciencia colectiva de modficar un aparato de medición y por
lo tanto de manifestarse materialmente, así como por su trabajo estudiando la
telepatía. Este maverick de las fronteras de la ciencia ha
realizado un nuevo experimento en conjunto con una serie de científicos del
Noetics Institute, publicado en Physics Essays,
el cual sugiere que la conciencia afecta la medición de un fenómeno.
Se realizó un experimento de doble rendija (o
experimento de Young, famoso por haber revelado la dualidad onda corpúsculo de
la luz). “Se predijo que la proporción del patrón de interferencia de la
energía espectral de la doble rendija en relación a la energía espectral
de una sola rendija disminuiría cuando se enfocaba la atención a la doble
rendija en comparación a cuando no se dirigía la atención”. El experimento
constó de 250 sesiones con 137 personas que enfocaron su atención a las
rendijas por las que atravesaban fotones. Se diferenciaron intervalos de tiempo
en los que se dirigió esta atención y en los que no se dirigió atención. Radin
dice que, mientras que se erradicaron todo tipo de variables que podrían
influir en el experimento, factores asociados a la conciencia, como experiencia
meditando, apertura emocional y otros factores psicológicos “correlacionaron
significativamente con las perturbaciones del patrón de interferencia de la
doble rendija”. Eso parece ser “consistente con la interpretación relacionada a
la conciencia en el problema de medición cuántica”.
El
experimento puede ser consultado a fondo aquí. Todo parece
haberse hecho conforme al más estricto método científico. Las implicaciones son
inmensas, aunque nuna saldrá en el noticiario de la noche. Dice Radin en la
introducción a su experimento:
La medición cuántica es un problema ya que viola la
doctrina comúnmente aceptada del realismo, que asume que el mundo en general es
independiente de la observación. El conflicto entre el realismo ingenuo y lo
que implica el problema de medición cuántica obligó a muchos de los pioneros de
la teoría cuántica a considerar el significado de observación y medición.
Algunos como Pauli, Jordan y Wigner creyeron que algún aspecto de la conciencia
–refiriéndose a capacidades mentales como la atención, la alerta y la
intención– eran indispensables para entender la medición cuántica. Jordan
escribió: “Las observaciones no sólo perturban lo medido, lo producen…
Provocamos que el electrón asuma cierta posición definida. Nosotros
mismos producimos el resultado de la medición”.
Esto
evidentemente es algo que la ciencia instintivamente rehuye, puesto que pone en
entredicho sus fundamentos: refuta la existencia de una realidad objetiva. Y
aunque por años se ha querido desestimar este fenómeno como algo que sólo
ocurre en el mundo fantasmagórico de las partículas subatomícas, y que no tiene
ningún significado en nuestro mundo marcoscópico (una especie de insignificante
aberración que algún debiera ser rectificada), lo cierto es que lo que implica
es consustancial a toda la existencia del universo e inescapable para cualquier
formulación filosófica. ¿Como separar de nuestro sentido existencial el hecho
de que todo aquello de lo que estamos compuestos, en su constituyente básico,
se ve modificado por el acto de ser observado? ¿Cómo no entender entonces, como
lo hiciera Robert Anton Wilson, que cualquier teoría, creencia, modelo o
sistema que erigamos no es más que un producto de nuestra observación y no un
reflejo de la realidad? “Cada descripción del universo es una descripción del
instrumento que utilizamos para describir el universo (la mente humana)”,
escribió el autor de Psicología Cuántica.
Dean Radin, junto con científicos como David Bohm o
Rupert Sheldrake, manifiesta una gran valentía al investigar estos temas
anatemas. ”La noción de que la conciencia puede estar relacionada a la
formación de la realidad física ha sido asociado más con la magia medieval y
las ideas New-Age que con la ciencia sobria. Como resultado, es más seguro para
la carrera de un científico evitar relacionarse con temas tan dudosos y
subsecuentemente los experimentos que examinan estas ideas son difíciles
de encontrar en la física. De hecho el tabú es tan grande que hasta hace poco
se había extendido a todo examen sobre los fundamentos de la teoría cuántica.
Por más de 50 años estos experimentos se han considerado inapropiados para un
investigador serio”.
Tiene cierta lógica, la espectralidad de la realidad
pone en riesgo el poder casi divino que ha cobrado la ciencia en nuestra
sociedad. Un poder que se ha incrementando en la medida que la magia y el arte
han cedido su propio poder. La ciencia se considera el único método legítimo
para acercarse al conocimiento –una reputación basada ciertamente en su
capacidad de generar tecnología y manipular la naturaleza. Pero si acaso la ciencia
no ha de ser cínica y rastrera entonces debería investigar, bajos sus
principios, la naturaleza de la realidad sin imbuirle sus propias creencias.
Ocurre justamente como en el fenómeno del colapso de onda, que al medir un
fenómeno la ciencia proyecta la naturaleza de su conciencia en ese fenómeno: la
realidad se convierte en una imagen de su modelo de realidad. Este es su gran
poder, aunque de paso podría estar confirmando que el observador afecta lo
observado. Una posible explicación, también, de por qué experimentamos más o
menos la misma realidad colectivamente: un paradigma de pensamiento dominante
se encumbra sobre el mundo proyectando su visión de la realidad: y eso es lo
que vemos, puesto que así medimos.
Twitter
del autor: @alepholo
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